Bosques de Pino – Encino del Eje Neovolcánico Mexicano – IV

Bosque de Encinos

Los encinares del Eje Volcánico Transversal están también diversificados. En su parte occidental los bosques de encino relativamente secos y bajos son los de encino bermejo (Quercus resinosa), en los cuales a veces interviene el enebro triste (Juniperus flaccida). También de hoja grande, pero en general más mesófilos son los encinares de encino avellano (Q. magnoliifolia) acompañados frecuentemente por encino pipitillo (Q. conspersa), encino blanco (Q. peduncularis) y una o varias especies de pino (Pinus esp.). Estos encinares, de altura variable, pueden descender en la región costera de Jalisco hasta los 300 m de altitud. A lo largo de esta cadena montañosa están más ampliamente difundidos los bosques de Encino prieto (Q. obtusata), así como los de encino chilillo (Q. crassipes) y a altitudes superiores a 2,400 m los de encino quiebrahachas (Q. rugosa) (Fig. 296) y los de encino laurelillo (Q. laurina); estos últimos frecuentemente intercalados en medio del bosque de oyamel (Abies religiosa). El aguatle (Quercus acutifolia), el encino ancho (Q. calophylla) y el encino blanco (Q. scytophylla) son árboles comunes en encinares de afinidades mesófilas de mediana altitud, mientras que el encino prieto (Q. glaucoides) es característico de zonas de transición hacia el bosque tropical caducifolio, donde forma comunidades más bien bajas. Los árboles característicos de la parte ecotonal con comunidades de tipo más termófilo de la Cuenca del Balsas, son el encino avellano (Quercus magnoliifolia) y el encino prieto (Q. glaucoides).

Encino bermejo (Quercus resinosa).
Encino prieto (Quercus glaucoides).
Encino prieto (Quercus obtusata).
Encino potosino (Quercus potosina).
Pino amarillo (Pinus oocarpa).
Enebro triste (Juniperus flaccida).
Pino ortiguillo (Pinus lawsonii). Autor y crédito:

En el Valle de México y en zonas aledañas, además de algunos de los ya mencionados, se presentan también bosques con encino amarillo (Quercus mexicana), con encino blanco (Q. crassifolia) así como con roble blanco (Q. laeta) y encino blanco (Q. deserticola), además de otros más xerófilos, casi arbustivos, de encino de Gregg (Q. greggii) y encino amarillo (Q. mexicana). De la región central de Puebla, Klink (1973) describe encinares caducifolios de tipo seco formados por encino bermejo (Q. resinosa), encino prieto (Q. glaucoides), encino blanco (Q. obtusata), encino quiebrahachas (Q. rugosa) y encino blanco (Q. crassifolia), así como otros con encino capulincillo (Q. castanea), encino blanco (Q. obtusata), encino blanco (Q. crassipes), encino avellano (Q. magnoliifolia) y encino pipitillo (Q. conspersa), a veces con participación de enebros (Juniperus esp.) y de pino (Pinus esp.). El pino chimonque (Pinus leiophylla), en el Valle de México, parece invadir con frecuencia los encinares incendiados o perturbados de otra manera.

Encino avellano (Quercus magnoliifolia).
Encino pipitillo (Quercus conspersa).
Encino blanco (Quercus peduncularis)
Encino chilillo (Quercus crassipes).
Pino chimonque (Pinus leiophylla).
Madroño americano (Arbutus xalapensis).
Pinus luzmariae. Autor y crédito: Jeff Bisbee.

En las porciones altas de la Cuenca del Papaloapan (Miranda, 1948b: 346-350) también existen bosques bajos (5 a 10 m) de encino prieto (Quercus glaucoides) con Q. glaucophylla, así como otros de encino amarillo (Q. liebmannii) y de roble blanco (Q. laeta), que colindan con la vegetación xerotermófila de la región. A mayores altitudes el encinar más típico, de 10 a 15 m de alto, es el de encino pipitillo (Quercus conspersa), pero también existen otros, como, por ejemplo, el de Q. brachystachya y encino blanco (Q. obtusata), descrito de las montañas arriba de Coxcatlán, Puebla, por Smith (1965: 114) y que mide de 12 a 18 m de alto.

Encino amarillo (Quercus liebmannii).
Roble blanco (Quercus laeta).
Roble (Quercus crassifolia).
Encino blanco (Quercus eduardii).
Pino candelillo (Pinus maximinoi).
Táscate o enebro (Juniperus deppeana). Autor y crédito: bodofzt.
Nogal de Arizona (Juglans major).

El encinar arbustivo (matorral) se desarrolla sobre suelos de origen calizo o ígneo, y se caracteriza por la predominancia de especies arbustivas de encinos (Quercus esp.); estas especies pueden ser caducifolias por periodos de una a dos semanas cada año. Existen encinares más altos, de 3 – 10 m. en promedio, ubicados en los macizos montañosos aislados que salpican la mitad septentrional de la ecorregión, así como en suelos más húmedos, bajo precipitaciones de 500 – 600 mm. al año, en convivencia con acacias, mezquites y pastizales de gramíneas. Los encinos presentes son caducifolios, y adquieren bellas tonalidades durante la época seca invernal; ellos son: Encino potosino (Quercus potosina); encino colorado (Q. laeta); roble (Q. crassifolia); y encino blanco (Q. eduardii).

Encino ancho (Quercus calophylla). Autor y crédito: Nathan Zárate.
Aguatle (Quercus acutifolia).
Encino laurelillo (Quercus laurina).
Encino capulincillo (Quercus castanea).
Oyamel o abeto sagrado (Abies religiosa).
Liquidámbar u ocozol (Liquidambar styraciflua).
Arce mexicano (Acer skutchii).
Nogal cimarrón (Carya ovata). Autor y crédito: Claudio Cantú Muñiz

Bosque de Piñón y de Piñón – Enebro

El piñonar es un bosque modesto que se desarrolla sobre litosoles en las serranías ígneas y sedimentarias; se caracteriza por la presencia de pinos de la subsección Cembroides, como el piñonero mexicano (Pinus cembroides) y el pino mexicano (P. discolor). Casi siempre se presentan mezclados con los encinos arriba mencionados, formando las islas biológicas de pino – encino similares a las que se forman cientos de kilómetros al sur en el Eje Neovolcánico Mexicano; el estrato arbustivo, tanto en los encinares, piñonares y sus mezclas, está constituido por membrillo cimarrón (Amelanchier denticulata); madroño americano (Arbutus xalapensis); manzanita o pingüica (Arctostaphylos pungens); Garrya (Garrya ovata), caoba de montaña (Cercocarpus montanus) y zumaque (Rhus esp.). Frecuentemente se asocia al piñonar ejemplares bajos de enebros (Juniperus deppeanaJ. flaccida).

Enebro o táscate (Juniperus deppeana). Autor y crédito: Steve Jones.
Sotol cucharillo (Dasylirion acrotriche). Autor y crédito: bodofzt.
Piñonero mexicano (Pinus cembroides). Autor y crédito: Manlio Martínez Barona.
Agave del dragón (Agave attenuata).
Encino bermejo (Quercus resinosa).

En cuanto a la humedad, los bosques de piñonero mexicano (Pinus cembroides) y de otros piñoneros prosperan en sitios en que llueve solamente 350 mm en promedio anual, concentrados prácticamente en 5 meses, en cambio la comunidad de pino colorado (P. patula) requiere más de 1,000 mm de precipitación anual, distribuidos en 7 a 11 meses (Vela, com. pers.). Por lo que se refiere al substrato geológico, es notable la preferencia que muestran los pinares de México por áreas cubiertas por rocas ígneas, tanto antiguas como recientes. También se les encuentra a menudo sobre gneis y esquistos, así como sobre margas, areniscas, lutitas y calizas, aunque sobre estas últimas con mucho menos frecuencia. Es común observar que el contacto entre roca ígnea y sedimentaria marina corresponde a un límite neto entre el pinar y otra comunidad vegetal.

Pino ortiguillo (Pinus lawsonii). Autor y crédito: jaquelinemupla.
Lechuguilla (Agave inaequidens).
Pino de coalcomán (Pinus rzedowskii).
Nopal chamacuelo (Opuntia tomentosa). Autor y crédito. Jesús Manuel Martínez Calderas.
Encino potosino (Quercus potosina).

La vegetación dominante consiste de florestas y sabanas de piñonero mexicano (Pinus cembroides), que es la especie más ampliamente repartida de este grupo, pues su área de distribución geográfica conocida se extiende por casi todo el norte y centro del país, mezclados con individuos de enebro llorón (Juniperus flaccida) y táscate (Juniperus deppeana) así como de especies de encinos (Quercus esp.) típicos de ambientes semiáridos. Destacan como elementos fisonómicamente llamativos los magueyes (Agave esp.), yucas o izotes (Yucca esp.) y sotoles (Dasylirion esp.).

Enebro llorón (Juniperus flaccida). Autor y crédito: charley.
Agave chato (Agave guadalajarana). Autor y crédito: Emmanuel Guevara Lazcano.
Tepehuaje (Lysiloma acapulcense).
Nopal camueso (Opuntia robusta). (Autor y crédito: aztekium).
Encino blanco (Quercus deserticola).

Por otra parte, en la transición hacia las zonas áridas y semi-áridas al norte de la ecorregión tenemos bosques bajos consistentes de enebro o táscate (Juniperus deppeana), piñonero mexicano (Pinus cembroides), el endémico y amenazado pino ortiguillo (Pinus lawsonii), piñonero presente en suelos castaños entre los 1,200 y los 3,000 msnm en Jalisco, Michoacán, estado de México, Puebla, Hidalgo y Morelos, y el aún más amenazado de extinción pino de Coalcomán (Pinus rzedowskii), habitante en algunos pocos puntos del estado de Michoacán en pinares entre los 2,100-2,400 msnm. A estos pinos sub-xéricos se le asocian arbolillos de acacia (Mimosa pudica) y de tepehuaje (Lysiloma acapulcense), el cual también caracteriza la transición hacia el sur y noroeste a bosque tropicales caducifolios. El sotobosque contiene un rico ensamblaje de plantas suculentas como sotol cucharillo  (Dasylirion acrotriche), agave del dragón (Agave attenuata), nopal chamacuelo (Opuntia tomentosa), agave chato (Agave gudalajarana), palma soyate (Nolina parviflora), chumbera (Opuntia ficus-indica), maguey mezcal (Agave inaequidens) y nopal camueso (Opuntia robusta).

Encino negro (Quercus glaucoides).
Palma soyate (Nolina parviflora). Autor y crédito: Bodo Núñez Oberg.
Dormilona (Mimosa pudica). Autor y crédito: Tomaz Nascimento de Melo.
Nopal de Castilla (Opuntia ficus-indica).
Encino amarillo (Quercus mexicana).

Bosque Ripario

En cuanto a la vegetación leñosa espontánea que bordea las corrientes de agua, los más frecuentes son los bosques en galería de aliso o aile (Alnus acuminata subesp. glabrata) y de ahuejote (Salix bonplandiana). Es posible que antes de la intensa perturbación humana otros árboles como ahuehuete o sabino (Taxodium mucronatum), fresno mexicano (Fraxinus uhdei) y álamo (Populus fremontii subesp. mesetae) también eran abundantes en tales bosques, pero en la actualidad Taxodium sólo se ha observado en estado silvestre a lo largo del río de los Remedios y Fraxinus en algunas cañadas de la región montañosa. Es probable asimismo que el bosque de Salix ocupaba en otras épocas, importantes extensiones de terrenos aluviales a la orilla de los antiguos lagos. El arce negundo (Acer negundo), es un remanente de tiempos más húmedos tanto en el Valle de México como en toda la Faja Transvolcánica Mexicana, y puede ser usado como especie arbórea para la reforestación de cuerpos de agua por toda la ecorregión, lo mismo que el sicómoro mexicano (Platanus mexicana), el cual estaba aparentemente ausente de la gran cuenca de los antiguos 5 grandes lagos del valle mexicano. Otros árboles que, aunque no son nativos a la ecorregión, estuvieron presentes en tiempos geológicos muy recientes, y que podrían ser reintroducidos en esta comunidad con viabilidad son el árbol de las manitas (Chiranthodendron pentadactylon), el liquidámbar u ocozol (Liquidambar styraciflua), el manzanillo (Nyssa sylvatica), el nogal cimarrón (Juglans major), y el olmo mexicano (Ulmus mexicana).

Sabino o ahuehuete (Taxodium mucronatum).
Aliso (Alnus acuminata).
Fresno mexicano (Fraxinus uhdei).
Ahuejote (Salix bonplandiana).

En otras épocas la vegetación acuática ocupaba grandes extensiones del Valle de México. Aún a principios del siglo XX constituía un elemento muy importante en el paisaje de los alrededores de la capital, de sus suburbios y de las poblaciones vecinas. Esta situación, sin embargo, está cambiando tan radicalmente, que de proseguir con la misma tendencia y ritmo cabe esperar dentro de poco su desaparición prácticamente absoluta.

Álamo (Populus fremontii subesp. mesetae).
Sicómoro mexicano (Platanus mexicana).
Arce negundo (Acer negundo).
Árbol de las manitas (Chiranthodendron pentadactylon).

En el momento actual la diversidad de la vegetación acuática ya no es tan grande como antes, pero aún es considerable. Los tipos más conspicuos de comunidades arraigadas y emergidas son los “tulares” de Typha latifolia y de Schoenoplectus esp., presentes principalmente en los lagos de Texcoco y de Zumpango y en mucho menor extensión en otras partes; estos tulares a veces alcanzan 2 a 3 m de alto. De menor talla son las comunidades en que dominan varias especies de Polygonum, de Cyperus, de Juncus, de Echinochloa, de Hydrocotyle, de Eleocharis, de Bidens, así como de Berula, Sagittaria, Ludwigia y algunas otras, frecuentes sobre todo en los bordes de canales y de zanjas tanto de Xochimilco, como de otros sitios.

Nogal cimarrón (Juglans major).
Liquidámbar u ocozol (Liquidambar styraciflua).
Olmo mexicano (Ulmus mexicana).
Manzanillo (Nyssa sylvatica).

Si bien es cierto que el hombre, aun sin quererlo, llegó a enriquecer la flora silvestre del Valle de México con una serie de plantas adventicias, sus actividades, por otra parte, se han traducido en la extinción más o menos completa de otras especies vegetales en el área. Las razones de la desaparición de estas plantas residen en la supresión o modificación demasiado drástica de los hábitats o condiciones ecológicas necesarias para el desarrollo de los organismos en cuestión. La parte baja del Valle y sobre todo los lugares ocupados por los centros urbanos y sus alrededores son los que más han sufrido a este
respecto.

Schoenoplectus tabernaemontani.
Arenaria paludicola
Ludwigia palustris.
Cardamine gambellii.
Anemopsis californica


Desde luego es difícil asegurar sin lugar a duda la ausencia absoluta de una determinada especie en una área dada, pero en ciertos casos los indicios son bastante claros. Así, por ejemplo, algunas plantas acuáticas o subacuáticas sólo conocidas de localidades restringidas, aparentemente han desaparecido al secarse la corriente o el depósito de agua correspondiente; este parece ser el caso de Anemopsis californica, Fleischmannia arguta, Arenaria paludicola, Ludwigia palustris, Cardamine gambellii, Luziola peruviana, Escobedia laevis y Sagittaria latifolia.

Typha latifolia.
Escobedia laevis.
Sagittaria latifolia.
Fleischmannia arguta.
Luziola peruviana.

Especies acuáticas muy conspicuas como Pistia stratiotes, Nymphaea gracilis, N. mexicana y N. odorata, que hace relativamente poco aún eran abundantes en los canales de Xochimilco y en otras partes, dan la impresión de haberse extinguido casi por completo, debido, al menos en parte, al frecuente dragado de los canales.

Coyolillo (Cyperus odoratus). Autor y crédito: Dick Culbert – Creative Commons 2.0 – Wikipedia: https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Cyperus_odoratus#/media/File:Cyperus_odoratus,_the_Fragrant_Flatsedge_(11274574473).jpg.
Nymphaea odorata.
Nymphaea mexicana.
Pistia stratiotes.
Montia fontana.
Zannichellia palustris.

Un gran número de plantas ligadas al agua o a suelos salinos, que se han colectado todavía en años relativamente recientes en el Valle de México, está reduciendo tan rápidamente el número de sus individuos que, de continuar la velocidad de la desecación, de la modificación y de la contaminación de tales ambientes, las especies están condenadas a desaparecer muy pronto. Las afectadas de esta manera son, entre otras: Asclepias angustifolia, Montia fontana, Bidens laevis, Najas guadalupensis, Ceratophyllum muricatum subesp. australe, Nierembergia angustifolia, Cleome multicaulis, Nymphoides fallax, Cuphea angustifolia, Panicum elephantipes, Glyceria fluitans, Potamogeton esp., Gratiola oresbia, Ranunculus hydrocharoides var. natans, Heteranthera limosa, Ranunculus trichophyllus, Hydromystria laevigata, Ruppia maritima, Jaegeria bellidiflora, Silvia serpyllifolia, Leptochloa fascicularis, Solidago esp., Lobelia cardinalis, Trichocoronis sessilifolia, Luziola fluitans, Triglochin mexicanum, Lythrum vulneraria, Zannichellia palustris.

Juncus acutus.
Bidens laevis.
Heteranthera limosa.
Asclepias angustifolia.
Lobelia cardinalis.
Ranunculus trichophyllus.
Glyceria fluitans.

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